Si bien los Detroit Red Wings y Chicago Blackhawks viven realidades similares, con ambos clubes ubicados en la última parte de la tabla general de la NHL, la verdad es que las expectativas de ambas escuadras varían considerablemente.
Mientras Chicago se encuentra en plena reconstrucción, Detroit terminó su propio proceso hace un par de años, sin embargo, no han podido concretar el éxito que esperaban. Después de coquetear con conseguir un puesto a la postemporada en las últimas dos campañas, la realidad es que actualmente suman ocho campañas consecutivas sin poder avanzar a los Playoffs de la Stanley Cup.
Y este año no ha empezado nada alentador para los dirigidos por Derek Lalonde, quienes se encuentran en la sexta posición de la División Atlántica con récord de 11-13-4 (26 puntos) — como referencia, el porcentaje actual de puntos del club es de .464; un número peor al registrado en sus últimas dos temporadas.
Dicho eso, Chicago también ha estado lidiando con ciertas decepciones. Si bien el entorno del club está consciente del proceso, el hecho de contar con uno de los jugadores más prometedores de los últimos años, Connor Bedard, hace que las expectativas sean más altas. Sin embargo, el club parece estar destinado nuevamente a pelear por el último lugar de la División Central, puesto que actualmente comparten con los Nashville Predators, sumando marca de 9-17-2 (20 puntos).
Pero más allá de las diferencias, ambas escuadras llegaron a sus respectivos encuentros del lunes con otro vínculo en común, con cada parte intentando detener una seguidilla de cinco derrotas.
Y eso fue lo que hicieron. Los Red Wings superaron en Shootouts 6-5 a los Buffalo Sabres en el KeyBank Center, mientras que los Blackhawks hicieron lo propio 2-1 frente a los New York Rangers en el Madison Square Garden.
Ambos lauros dejaron buenas sensaciones para cada equipo, considerando cómo el talento joven de cada escuadra dio un paso hacia adelante para frenar las cadenas negativas de ambos.