Los Edmonton Oilers tenían una losa muy pesada de cara al Juego 4 de la Final de la Stanley Cup con una desventaja de 3-0 y estando al borde del precipicio, con amplias posibilidades de ser testigos presenciales del festejo de los Florida Panthers en su propio edificio, pero decidieron comenzar a escalar la montaña paso a paso.
El resultado del Juego 6, un enfático triunfo de 5-1 (dos goles conseguidos con la portería de los Panthers vacía) para Edmonton, ejemplifica lo que ha sido la serie desde entonces, con unos Oilers implementando una sólida defensa, presumiendo de una gran profundidad y, por encima de todo, enseñando una inquebrantable fe de que no se iban a dar por vencidos tan fácilmente.
Los Oilers echaron mano de los goles de cinco jugadores distintos: Warren Foegele, Adam Henrique, Zach Hyman, Ryan McLeod y Darnell Nurse. Leon Draisaitl dio una asistencia y Connor McDavid se fue en blanco, una prueba de la profundidad de Edmonton, sin la imperiosa necesidad de que sus dos astros tuvieran que sobresalir en la hoja de anotación.
“Lo he hablado con el equipo y saben que no podemos respaldarnos solo en dos muchachos jugando bien, y como ustedes saben, en nuestras dos primeras victorias, tuvimos actuaciones monumentales de Connor McDavid y Stuart Skinner, ellos se llevaron los reflectores y es porque probablemente sean los dos mejores jugadores que tenemos”, comentó tras el partido Kris Knoblauch, entrenador en jefe de Edmonton.