Desde que tenía 18 años y luego de siete temporadas, Boston se convirtió como en un segundo hogar para el delantero Jake DeBrusk, quien hasta antes de la campaña de 2024-25 no había vestido un uniforme diferente al de los Bruins en su carrera en la NHL.
No obstante, la noche del martes, por primera vez DeBrusk fue como un extraño en Boston en su regreso al TD Garden, ya que retornó como jugador de Vancouver y para hacer más emblemática la noche de su vuelta a la que había sido su casa por largo tiempo, anotó el gol de la victoria de los Canucks por 2-0 ante unos inoperantes Bruins.
El pasado lunes DeBrusk anticipaba en el entrenamiento que tenía marcada en el calendario la fecha del 26 de noviembre, que definitivamente iba a ser una noche especial y que le iba a generar nostalgia, recuerdos y muchas sensaciones al mismo tiempo.
“Para ser sincero, fue un partido muy extraño”, recapituló DeBrusk. “Fue una de esas situaciones en las que hubo muchas emociones. Ves a demasiada gente que conoces y yo estaba feliz de haber anotado ese gol y no sabía si me lo iban a anular”.
Y añadió: “Quizás ese fue el partido más extraño que he jugado desde mi primer partido. Ese era mi estado mental, pero los chicos estuvieron geniales. Me mantuvieron concentrado y me siguieron animando y todo eso”.
En medio de una ocasión de Power Play, a los 5:53 del segundo periodo, DeBrusk recuperó el disco suelto que dejó el portero de los Bruins, Jeremy Swayman, después de un disparo de larga distancia por parte de Quinn Hughes y que también alcanzó a tocar a Connor Garland, peleando fuerte en frente de la portería de Boston. DeBrusk solo tuvo que empujar el puck, pero la jugada fue sometida a revisión.