Ambos tienen dos partidos por disputar en el año. Carolina se medirá a los Blackhawks el domingo y luego culminará su campaña ante los Blues — ambos partidos fuera de casa. En cuanto a los Rangers, quienes han tropezado dos encuentros en fila, medirán fuerzas en casa ante los Islanders el sábado y ante los Senators el lunes.
En la puja por el mejor récord de la NHL también están los Stars, quienes suman la misma cantidad de puntos que los Hurricanes en misma cantidad de partidos — Carolina tiene el factor del desempate a su favor tras ganar 43 juegos en tiempo regular, por 39 de Dallas y 42 de Nueva York.
Pero más allá del Trofeo de los Presidentes, superar a los Rangers tiene implicaciones de postemporada. De terminar en el segundo lugar en la división, los Hurricanes se medirían posiblemente a los Islanders — actualmente en el tercera casilla de la división — mientras que si terminan en la cima, chocarían ante el segundo Comodín que aún está por definirse, y está actualmente en posesión de los Penguins.
Dicho eso, los Hurricanes también deben irse preparando para cualquier escenario de los playoffs. Y ese fue el caso del viernes, cuando demostraron dos factores que hacen de cualquier equipo uno muy peligroso en la instancia decisiva; exhibiendo una sólida profundidad y una portería de lujo.
Los defensores Jalen Chatfield y Brett Pesce, junto a los delanteros Jordan Staal y Teuvo Teravainen, fueron apartados a última hora del juego ante St. Louis por estar un poco “golpeados”. Tony DeAngelo, Scott Morrow (en su debut), Brendan Lemieux y Jesperi Kotkaniemi fueron los reemplazos.
“Sí, estuvimos sin unos cuantos jugadores. Son cuatro piezas que son muy importantes para nuestro grupo”, expresó el entrenador de Carolina, Rod Brind'Amour. “Pero otros chicos recibieron la oportunidad y demostraron de lo que son capaces. Creo que todos estuvieron muy bien”.
En la portería, Frederik Andersen estuvo brillante, deteniendo 29 de los 31 disparos que enfrentó, incluyendo 14 en el último período y frenando un ataque de los Blues en el primer acto, que pudo haber cambiado el momento del encuentro.