Al ver al niño, Rivas Bryant se sintió inspirada a incursionar en el deporte.
“Me compré unos patines, comencé a practicar, hice nuevas amistades y ellos me dijeron que no lo hacía tan mal”, recordó la mujer con una sonrisa. “Tuve la suerte, ya con 19 años de poder jugar a nivel colegial con West LA College y allí conocí a mujeres fuertes tanto física como mentalmente. Algunas de ellas eran enfermeras y pese a que era muy joven, esa experiencia hizo que me enamorara del deporte y de la comunidad”.
Esfuerzo duro desde el inicio
Su deseo por romper barreras, le permitió a Estela Rivas Bryant, ver el hockey de una forma más profunda y estando dentro del deporte, se dio cuenta que el aspecto financiero era uno de los obstáculos más fuertes para vencer. “Recuerdo que en mis tiempos como jugadora disfrutaba lo que hacía, pero también me preocupaba saber que debido al alto costo, en un futuro mis hijos no iban a poder hacer lo que yo hago. De hecho, mucha gente en aquel entonces, cuando yo les decía que jugaba al hockey, consideraban que era una proeza por el esfuerzo monetario que implicaba”.
Fue en ese punto cuando Rivas Bryant decidió tomar acción. “Mi motivación fue pensar en las niñas que algún día iban a querer jugar hockey y que quizás por la falta de dinero, no iban a tener la oportunidad. Me puse a revisar, hacer cálculos y mandé un correo electrónico a todas las mujeres jugadoras de este deporte en el sur de California y encontré apoyo, especialmente en el área de Anaheim, porque los Ducks han podido fortalecer su programa de hockey femenino”.
Después de mucho tiempo de educación y entendimiento, Rivas Bryant, ahora a través de su organización The Empowerment Effect, ha podido materializar una visión humanitaria, que le ha permitido establecerse como una referencia en la comunidad de Los Angeles, abriendo puertas de una forma real.
“El costo del hockey es astronómico. Pero es un deporte emocionante. Yo me di cuenta que no podía marcar la diferencia trabajando sola, entonces armado un grupo increíble de personas que comparten este mismo enfoque. Lo que busco es quitarle la preocupación a las familias de todas estas jovencitas que quieren intentar algo nuevo. A veces vienen y no les gusta mucho la primera vez, pero entonces les digo que lo intenten al menos dos veces más y allí, termino viéndolas con una sonrisa en sus rostros”.
Un empoderamiento directo
Los programas están dedicados a niñas entre siete y 16 años de edad, todas ellas son bienvenidas tengan o no tengan experiencia sobre el hielo previamente. Hoy en día, la organización cuenta con un notable grupo de dirigentes, la mayoría ex jugadoras de hockey en distintos niveles, que utilizan el hielo para no solamente impartir lecciones deportivas, sino también consejos de vida, durante las dos o tres sesiones que se realizan durante cada mes.
“Tanto yo como el resto de las entrenadoras que trabajan conmigo, tenemos la premisa de no criticar, sino de enseñar. No gritamos, no decimos malas palabras y al momento de corregir, no desprestigiamos el esfuerzo de las chicas, sino sencillamente les ofrecemos una alternativa distinta para que puedan hacer mejor las cosas”. Enfatizó Rivas Bryant.
Uno de los aspectos fundamentales tanto para Rivas Bryant como para el resto de su equipo de trabajo, es crear hábitos de liderazgo en las jóvenes para que sean ellas mismas, las encargadas de trasladar valores hacia las próximas generaciones. “Por ejemplo con nuestro grupo de 16 años, el enfoque está en darle entrenamiento, pero también en que ellas mismas nos ayuden con las niñas más pequeñas”.
La técnica, ha creado una retroalimentación extremadamente positiva. “Increíble, cuando nuestra jovencitas trabajan con las niñas más chiquitas, crean hábitos de paciencia y se dan cuenta de que pueden aplicar sus propios consejos para mejorar su nivel deportivo”. Puntualizó la dirigente.
Mucho trabajo por hacer
Si algo ha podido aprender Estela Rivas Bryant, durante más de dos décadas tanto como jugadora, como entrenadora de hockey, es que cada día se presenta una oportunidad para seguir creciendo y es de esa manera en la que la californiana de ascendencia mexicana, afronta los retos que rodean a su trabajo.
Uno de ellos, es el idioma, barrera que gracias a ser criada en una casa bilingüe, la directora de “The Empowerment Effect”, ha logrado vencer. “Casi el 90% de nuestra organización es hispana. Muchas familias llegaron hablando más español que inglés, pero todas nos entendemos y eso me llena de alegría, porque allí se supera el primer obstáculo. Luego está el caso de niñas y niños que no sabían nada de la NHL, ni siquiera de los Kings, pero al conocer nuestro trabajo, se han enamorado del deporte y del equipo local”.
De cara a lo que sigue, Rivas Bryant apunta hacia una necesidad clave. “Estamos trabajando en crear un apoyo para el futuro de estas jovencitas. Queremos que una vez que terminen con nuestra organización, no tengan la necesidad de irse a Nueva York o Michigan. Por eso, he estado hablando con universidades locales en Los Angeles, para tratar de crear más programas femeninos”.
Y al final del día, Estela Rivas Bryant, quien conoció a su esposo gracias al hockey, deporte que hoy en día es practicado por el hijo de ambos, destaca un aspecto que le llena de plena satisfacción. “Cuando veo que las chicas ponen en práctica lo que han aprendido, allí me doy cuenta que todo valió la pena. Recuerdo en un juego que estábamos abajo 2-0 y de forma voluntaria, las muchachas hablaron entre sí, recordando los valores aprendidos en nuestro programa. ¿Qué siguió? Le dieron la vuelta al partido y todo fue gracias a los consejos que se dieron mutuamente. Ese momento sigue en mi corazón con mucho orgullo”.
Un orgullo que la empresaria, entrenadora, esposa y madre hispana, espera seguir desarrollando en las familias de su comunidad. “Sabemos que el amor de los padres por los hijos es algo muy grande, uno quiere hacer múltiples sacrificios por ellos. Por eso, yo quiero que esos padres sientan que tienen en nosotros, un aliado para poder crear acceso a todos aquellos que sigan buscando oportunidades”.