AJ Garcia

A.J. García ha disputado ya seis encuentros en su primera temporada en el Programa de desarrollo del equipo nacional de hockey de Estados Unidos. El delantero centro de 16 años, nativo de Romeoville, Illinois, anotó su primer gol el pasado 18 de septiembre.

Incontables entrenamientos, dentro y fuera de la pista de hielo y viajes en autobús, seguirán siendo una constante hasta antes de que pueda ser elegible para el Draft de la NHL de 2026.

Al comienzo de su camino, García se siente seguro, gracias al éxito de quienes lo han precedido. En Auston Matthews, graduado del Programa de desarrollo, García ve como un modelo a seguir al ganador del Trofeo Hart, quien ahora lleva la “C” de los Toronto Maple Leafs y quien, como García, es mexicano-estadounidense.

AJ Garcia

“Es genial, porque no se ven muchos jugadores latinoamericanos”, dijo García recientemente. “Especialmente para el mejor jugador nacido en Estados Unidos que es latinoamericano, es muy especial tener algún tipo de conexión con él. Me encantaría conocerlo algún día”.

Matthews, ganador en tres ocasiones del Trofeo Maurice ‘Rocket’ Richard en las últimas cuatro campañas, llegó al Programa de desarrollo hace 11 años. Cuando García comenzó su propio camino dentro de USA Hockey, anunció su compromiso de jugar hockey universitario en Notre Dame, un programa centrado en el desarrollo que colocó a 13 ex alumnos en la NHL solo la temporada pasada.

De niño, García intentó una variedad de deportes, incluyendo beisbol, futbol soccer y futbol americano. Pero ninguno lo cautivó como el hockey. Se enamoró del constante movimiento. Influyó que su primo mayor practicara el deporte y A.J. quería seguir sus pasos e imitarlo en todo.

Una de las cuestiones destacadas en la joven carrera de García en el hockey es que ha acumulado muchos triunfos, en especial la temporada pasada. En abril, ayudó a Chicago Mission a ganar un campeonato nacional estadounidense en Fargo, Dakota del Norte. Dos meses antes, ganó la medalla de oro con la selección de EEUU en los Juegos Olímpicos de la Juventud invernales en Gangwon, Corea del Sur.

“Jugar el partido por la medalla de oro fue algo que nunca pensé que sucedería tan temprano en mi carrera”, declaró García. “Ese fue probablemente el mejor partido de mi vida, y ganar fue súper especial. Recuerdo el vestidor después. Todo ese partido fue genial. Jugamos probablemente nuestro mejor partido del torneo en el partido por la medalla de oro”.

La mamá de A.J., Lisa, estuvo en Corea del Sur atestiguando el hecho. Lisa, quien trabaja como radióloga en el área de Chicago, vio la celebración en el hielo y no pudo evitar pensar en todas las horas que ella y su esposo, Aurelio, pasaron manejando para que A.J. pudiera jugar para el entrenador Sean Berens con el equipo de Illinois y para Gino Cavallini en Mission.

“No podían borrarse la sonrisa de la cara”, dijo Lisa sobre A.J. y el equipo de EEUU. “Fue el mejor momento de su vida, de mi vida, hasta ahora, ver que eso sucediera. Eso fue lo más emocionante, ver lo felices que estaban y verlos tan felices el uno por el otro. Abrazándose, tomándose fotos, cantando la canción que cantan en el vestidor. Creo que vi ese video una y otra vez, solo porque estaban tan felices”.

La actuación de García en los Olímpicos de la juventud ayudaron a su candidatura para ser evaluado en el Programa de desarrollo, que se llevó a cabo en marzo en la USA Hockey Arena en Plymouth, Michigan. La prueba fue estresante para A.J., pero logró ingresar al roster, siguiendo el camino de los recientes ex alumnos de Mission, Gabe Perreault y Cole McKinney.

Ambos padres de A.J. crecieron en el área de Chicago, en una época en la que era común que los campos de beisbol ubicados en los parques, se convirtieran en pistas de hockey durante el invierno. Aurelio vio a otros niños del barrio disfrutando del hielo y quiso unirse a ellos. Le pidió a su madre un par de patines. Como el dinero escaseaba, ella fue a una tienda de segunda mano.

“Ella me consiguió un par de patines artísticos”, recordó Aurelio. “Aprendí a jugar con un par de patines artísticos. Cuando vi a los otros chicos, volví con mi mamá y le dije: ‘Estos no son los patines adecuados’. Ella me dijo: ‘Bueno, si quieres jugar, vas a aprender con esos y partiremos de ahí’. En ese momento, eso era lo mejor que podíamos hacer, así que aprendí”.

AJ Garcia

Aurelio jugó hockey en la preparatoria en Gordon Tech, la preparatoria de la Universidad de DePaul, que se halla en la zona norte de Chicago. Ya de adulto, Aurelia siguió jugando en el área de Chicago, en ligas de veteranos.

“Yo juego como defensa”, dijo Aurelio. “Aprendí que así tenía más tiempo en el hielo, que saltaría a la pista cada dos turnos, en lugar de jugar como delantero donde teníamos tres líneas. Encontré la magia ahí”.

Aurelio enseña en una escuela concertada en el barrio Brighton Park de Chicago, que tiene una población mayoritariamente latinoamericana. Muchos de los estudiantes de Aurelio hablan español con fluidez, pero él no. Mientras Aurelio crecía, sintió presión para hablar solo inglés y asimilarse a la cultura que lo rodeaba.

Una generación más tarde, Aurelio está feliz de que eso haya cambiado y ahora exista una cultura de preservar y promover el idioma español. A.J. dice que le gustaría aprender español para conectar con el creciente número de aficionados hispanos a lo largo y ancho de Estados Unidos durante su carrera en el hockey.

La familia García también se mantiene conectada con su herencia a través de uno de los métodos más populares: la comida mexicana.

“El chorizo con huevos es nuestro platillo principal”, dijo Aurelio. “Incluso cuando viajamos, lo hacemos y lo llevamos con nosotros para calentarlo cuando estamos en otra ciudad para jugar al hockey”.

Esta es una maravillosa tradición familiar, dentro de una odisea de hockey que recién comienza para A.J. García.

Contenido Relacionado