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Cuando Bernardo Treviño llegó a Estados Unidos, Lo hizo con 17 años de edad, proveniente de Nuevo León, México, con una maleta llena de sueños, en la que siempre visualizó un futuro familiar positivo, sobre la base del trabajo duro y de la ética de superación, dos principios que con el pasar del tiempo rindieron frutos que sobrepasaron las expectativas.

Junto a doña Gloria Tienda Treviño, el amor de la vida de Bernardo y su fiel compañera de batalla, la pareja formó un hogar de tres hijos; Juan, Marcelina y Marco, el menor de ellos, quien nació en Beverly Hills, Michigan, donde a temprana edad encontró un nuevo llamado: El Hockey sobre hielo.
"Me enamoré del juego cuando era muy chico, probablemente a los cuatro años. Desde esa edad me di cuenta que podía patinar bien, mezclando la velocidad con balance y siempre recuerdo a mi papá viéndome desde las gradas, motivándome a incrementar la velocidad, a dar más de los normal". Recuerda con orgullo Marco Treviño, cuya voluntad impregnada por su familia le permitió ir transformando el sueño de jugar hockey en alto nivel, hacia una realidad tangible.
En medio de ese camino, Treviño sorprendió a entrenadores, cazatalentos y demás directivos, para establecerse en los niveles de élite a nivel juvenil. No obstante hubo momentos de dificultad. "Cuando era joven, logré estar en una escala muy alta, pero mientras más crecía, el juego se hacía más duro y eso hizo que perdiera un poco el amor por este deporte. Fue entonces, cuando me tomé un tiempo fuera, pero fue allí, cuando sentí la ausencia del juego, que recuperé el amor y la necesidad de tener esto en mi vida todos los días".

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Evolución y relación con grandes figuras
Gracias a una formación familiar trabajadora, Treviño empleó las palabras de su padre para volver al hielo. Su regreso fue exitoso, pues desarrolló una carrera en la United States Hockey League (USHL) por tres años, así como en la North American Hockey League (NAHL), antes de llegar a la Universidad Estatal de Michigan, donde fue electo al mejor equipo de Estados Unidos (All American) y ganó el premio al Jugador Más Valioso (MVP) tras conquistar un campeonato nacional.
En la trayectoria, Treviño se coleó con futuras figuras de la NHL. "Uno de mis grandes amigos en Detroit fue James Wisniewski (Defensa), quien jugó a nivel profesional por mucho tiempo y ahora está en California. También crecí junto a Ryan Kesler, uno de los estadounidenses con una de las mejores carreras de todos los tiempos y por supuesto, no puedo olvidar a Joe Pavelski, con quien compartí equipo a nivel de juniors y luego pasó a ubicarse entre las figuras del país con más puntos en la historia del juego".
Wisniewsk defendió las camisetas de seis equipos en la NHL, totalizando 274 puntos en 10 años de carrera. Kesler, fue figura de los Vancouver Canucks y Anaheim Ducks, logrando superar los mil partidos en la principal liga del mundo. En cuanto a Pavelski, actualmente es figura con los Dallas Stars a pesar de sus 38 años. Hoy en día, se encuentra muy cerca de llegar a mil unidades. "Es increíble lo que hace, tiene mi edad y se mantiene en el nivel más alto". Expresó Treviño con admiración.
Desde la banca

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Tras concluir su etapa como jugador, el mexicoamericano se dedicó a la formación de talentos del futuro, siendo entrenador de los programas juveniles de mayor tradición en Estados Unidos como los son Little Caesars, Detroit Red Wings Brick, Honeybaked, y Victory Honda en Michigan. Luego esa vasta experiencia, llegó a Pittsburgh, donde se desempeña como técnico de los equipos de jugadores nacidos en los años 2009 y 2010, de la filial de los Penguins a nivel menor.
Su amor y dedicación por el mismo juego no parece disminuir. "Ahora lo amo más. Me encanta ser entrenador y también trabajo como cazatalento, por lo que vivo dentro de la pista. Cuando no estoy entrenando, estoy observando, detallando cada jugador que toca el hielo, así de simple". Agregó el dirigente de los Pittsburgh Penguins Elite.

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Como amante del hockey, Treviño también es un fiel creyente de amplificar el mercado. "Por supuesto. Creo que el juego está creciendo en esas llamadas áreas no tradicionales porque la gente se está dando cuenta de lo grande que es éste deporte y eso, ha incrementado la accesibilidad a las pistas, a los patines, a sencillamente aprender. Cada vez más, se observa una mayor cantidad de padres involucrados".
Uno de esos padres, hace más de tres décadas fue Don Bernardo Treviño, quien le inculcó la ética a su hijo menor Marco. El fenómeno se ha trasladado hacia una nueva generación en áreas con amplia presencia hispana que han decidido romper con los límites. "En sitios como Los Angeles, Dallas, Vegas, el deporte ha explotado, no dejemos de mencionar al sur de Florida, donde estuvimos hace poco y cuentan con instalaciones admirables. Definitivamente, creo que los mercados no tradicionales, son los que están expandiendo el juego".
Lo que comenzó en Michigan patinando a un costo de 60 centavos de dólar, se materializó en una carrera llena de medallas, trofeos y mucho más importante, una historia de superación, en la que niños de diversos estados y culturas, pueden verse reflejados hoy en día, gracias a un principio único: El amor por el juego.