Junto a doña Gloria Tienda Treviño, el amor de la vida de Bernardo y su fiel compañera de batalla, la pareja formó un hogar de tres hijos; Juan, Marcelina y Marco, el menor de ellos, quien nació en Beverly Hills, Michigan, donde a temprana edad encontró un nuevo llamado: El Hockey sobre hielo.
"Me enamoré del juego cuando era muy chico, probablemente a los cuatro años. Desde esa edad me di cuenta que podía patinar bien, mezclando la velocidad con balance y siempre recuerdo a mi papá viéndome desde las gradas, motivándome a incrementar la velocidad, a dar más de los normal". Recuerda con orgullo Marco Treviño, cuya voluntad impregnada por su familia le permitió ir transformando el sueño de jugar hockey en alto nivel, hacia una realidad tangible.
En medio de ese camino, Treviño sorprendió a entrenadores, cazatalentos y demás directivos, para establecerse en los niveles de élite a nivel juvenil. No obstante hubo momentos de dificultad. "Cuando era joven, logré estar en una escala muy alta, pero mientras más crecía, el juego se hacía más duro y eso hizo que perdiera un poco el amor por este deporte. Fue entonces, cuando me tomé un tiempo fuera, pero fue allí, cuando sentí la ausencia del juego, que recuperé el amor y la necesidad de tener esto en mi vida todos los días".